1) El año 1830 es un año de ruptura y de cataclismos inolvidables, donde la bajeza humana llegĂł a mostrar sus signos más prominentes contra el Libertador y su más Grande General (Sucre) y contra su más anhelado y amado proyecto polĂtico (La Gran Colombia) que habĂa nacido, precisamente, un 17 de diciembre de 1819 en Angostura.
2) El 10 de mayo concluyĂł sus sesiones el Congreso Admirable, BolĂvar renuncia al mando y a la presidencia en ese congreso y decide retirarse de la polĂtica para rehacer su vida en Europa y toma el camino prácticamente de un autodestierro. La Gran Colombia agonizaba y ya las repĂşblicas que la llegaron a conformar era Inevitable que se desmembraran y repartieran entre el grupo de generales concupiscentes y pecuniaristas que las anhelaban y las deseaban como a unas mujeres bellas para usufructuarlas y para abusar de ellas. La mesa estaba servida para eso.
3) BolĂvar decide irse, Sucre tambiĂ©n abandona la escena para encontrarse con su hija Teresita en Ecuador y con su esposa Mariana CarcelĂ©n (La Marquesa de Solanda)… ¡Todo ha terminado!. Han servido a una revoluciĂłn, y como le señalará BolĂvar posteriormente al Doctor Reverend: HAN ARADO EN EL MAR
4) Sucre intenta ir a despedir al Libertador a su casa en el viaje sin retorno que ha emprendido, pero llega tarde y no logra encontrarse personalmente con el Libertador y le escribe una hermosa carta que debiera estar estampada en todas las calles y escuelas de Venezuela, con relieves de oro.
5) La carta le llegĂł al Libertador finales de mayo de 1830 y Ă©l le respondiĂł a Sucre prontamente con la misma ternura y la misma hermosura, reiterándole su cariño, su amistad, su respeto, su consideraciĂłn, su agradecimiento y su aprecio. Pero esta carta del Libertador no la va a poder leer Sucre porque los asesinos de Berruecos no lo permitirán, ya que a las 8 de la mañana del dĂa 4 de junio de 1830, unos fusiles americanos, empuñados por brazos americanos, con unos gatillos que activaron dedos americanos que le debĂan la libertad conquistada en Ayacucho al generoso General Sucre, le desbarataron el cráneo alevosamente al chamo Mariscal de Cumaná de varios disparos, y lo dejaron tendido en un charco de sangre, en medio de la inhĂłspita montaña de Berruecos.
6) Esos cobardes asesinos estaban comandados por la intriga, por el miedo, por el egoĂsmo, por el odio, por la envidia, por la vileza, por la traiciĂłn y por el desagradecimiento más pĂ©rfido y cruel que se recuerde en nuestra historia Patria
7) Ese horrible asesinato impactĂł mucho al Libertador y se dice que tuvo una gran influencia en el desplome de su ánimo, de su sistema inmunolĂłgico y en consecuencia de su salud, que junto a otras desgarraduras de carácter moral espiritual, que habĂa tenido que padecer en medio de aquel hato suelto de ingratos en que se convirtiĂł Colombia, lo pusieron inminentemente a las puertas del sepulcro. Recordemos que al Libertador le habĂan metido tambiĂ©n dos atentados en el año 1828 despuĂ©s de disolver la ConvenciĂłn de Ocaña, y a Sucre le habĂan reventado a tiro limpio el brazo derecho en Chuquisaca, en ese mismo año 1828, siendo presidente de Bolivia. LAS 2 ĂšLTIMAS CARTAS QUE SE ESCRIBIERON EN 1830 ÉSTOS 2 HOMBRAZOS QUE SE AMARON CON EL ALMA: BOLĂŤVAR Y SUCRE
8) Esta es la Carta de despedida de Sucre a BolĂvar, pocos dĂas antes de que lo mataran: «Mi General, Cuando he ido a la casa de usted para acompañarlo y despedirlo ya usted se habĂa marchado.» «Acaso es esto un bien, pues me ha evitado el dolor de la más penosa despedida.» «Ahora mismo, comprimido mi corazĂłn, no sĂ© quĂ© decir a usted. Más, no son las palabras las que pueden fácilmente explicar los sentimientos de mi alma y de mi corazĂłn respecto a usted; usted los conoce, pues me conoce mucho tiempo y sabe que no es su poder, sino su amistad, la que me ha inspirado el más tierno afecto hacia su persona. Lo conservarĂ© cualquiera que sea la suerte que nos quepa, y me lisonjeo que usted me conservará el aprecio que siempre me ha dispensado. SabrĂ© en todas las circunstancias merecerlo» «AdiĂłs, Mi General; reciba usted por gaje de mi amistad las lágrimas que en este momento me hace verter la ausencia de usted.» «Sea usted Feliz y en todas partes cuente con los servicios y la gratitud de su más fiel amigo, Antonio JosĂ© de Sucre»
9) BolĂvar recibe la tierna carta de Sucre y se apresura a responderla prontamente: «Mi querido General y buen amigo Sucre: La apreciable carta de usted en que se despide de mĂ, me ha llenado de ternura, y si a usted le costaba pena escribĂrmela ÂżQuĂ© dirĂ© yo?. ¡Yo que no tan solo me separo de mi amigo Sucre, sino tambiĂ©n de mi amada Patria!» «Dice usted bien General: las palabras explican mal los sentimientos del corazĂłn en circunstancias como Ă©stas; perdone usted, pues, la falta de ellas y admita usted mis más sinceros votos por su prosperidad y por su dicha.» «Yo me olvidarĂ© de usted cuando Los amantes de la gloria se olviden de Pichincha y de Ayacucho» «Usted se complacerá mi General al saber que desde Bogotá hasta aquĂ he recibido mil testimonios de parte de los pueblos. Este departamento se ha distinguido muy particularmente. El General Montilla se ha portado como un caballero completo» «Saludo cariñosamente a la señora de usted y protesto a usted que nada es más sincero que el afecto con que me repito de usted mi querido amigo, su BolĂvar»
10) La terminaciĂłn de esta carta con la frase (Su BolĂvar) hace suponer que la relaciĂłn de esos dos grandes hombres iba más allá de la subordinaciĂłn militar de jefe a subalterno… Era una relaciĂłn sublime de hermanos, de hombres que la madre patria los habĂa hecho quererse y amarse con locura patriĂłtica. El Gran Mariscal nunca pudo leerla porque manos americanas (no españolas) asesinas, sicariales y desagradecidas en Berruecos lo impidieron aquĂ©l 4 de junio, solo 8 dĂas despuĂ©s de que BolĂvar la enviara travĂ©s del correo a caballo.
11) Rara vez la historia nos pondrá en presencia de dos grandes hombres, movidos a la emulaciĂłn recĂproca: uno de los cuales ejercerá siempre el mando, mientras el otro se reservará sĂłlo el acatamiento y los deberes. Ese Ăşltimo fue Sucre. Los dos partieron aquel inolvidable y luctuoso año de 1830.
PARTE MÉDICO NÚMERO 31, DICIEMBRE 16
Todos los sĂntomas de la enfermedad de S. E. han vuelto a exasperarse; además se le ha notado otro sĂntoma malo, y es que ha echado orines ensangrentados. La respiraciĂłn es más trabajosa, y apenas han purgado los vejigatorios, principalmente los de las pantorrillas. Frotaciones espirituosas en los extremos, antiespasmĂłdicos al interior, etc. SagĂş por alimento.
Diciembre 16, a las nueve de la noche.
REVEREND.